sábado, 19 de junio de 2010
El terrorismo en el mundo actual.
El objetivo del terrorismo es demencialmente simple: Causar el mayor terror posible para lograr un objetivo. Entendemos el terror como una forma superior de miedo, cuando este se vuelve incontrolable e insuperable.
El terrorismo ha sido una práctica constante a lo largo de la historia de la humanidad, lo encontramos en todos los momentos de la historia y en todos los lugares. Ha sido utilizado tanto por grupos clandestinos, como por instituciones públicas, de esto ultimo nace la frase “terrorismo de Estado”.
Durante casi todo el siglo XX, con el aparecimiento del mundo socialista, dirigido por al ex URSS por una parte y el polo capitalista dirigido por Estados Unidos y Europa, por la otra; vivimos el terrorismo que ambos polos promovían para imponer su supremacía.
Tanto Vietnam como Afganistán, se enfrentaron militarmente a las grandes potencias del mundo bipolar, en guerras con una alta dosis de terrorismo. En América Latina Fue la época de las dictaduras militares que implantaron el “terrorismo de Estado” y de los grupos guerrilleros que también implementaban el terrorismo.
Guerrilleros Afganos
Pero cuando a finales de la década de los ochenta, se desmoronó el bloque socialista y desapareció la Unión Soviética y el sistema capitalista se convirtió en el modelo social casi universal, muchos pensaron que una nueva era se abría para la humanidad. El terrorismo, pronto sería cosa del pasado.
Los siguientes años fueron de gran tranquilidad para los países desarrollados, la globalización de la economía fue un fenómeno casi incuestionable, los hombres de negocios de los países desarrollados llegarían sin problema hasta el último rincón del mundo a llevarnos el progreso de las baratijas. Bastaba un portaviones de EUA para poner el orden en casi cualquier parte del tercer mundo.
De este sueño nos despertamos el 11 de septiembre, a la pesadilla de una nueva forma de terrorismo. Miles de millones vimos en tiempo real, como miles de norteamericanos morían cuando se derrumbaban las torres gemelas, luego cientos de muertos en el metro de Madrid y finalmente mas de cincuenta muertos en el metro de Londres. La pregunta ahora es ¿cuál será la siguiente ciudad del mundo que sufrirá un atentado terrorista?
Después de los condenables sucesos del 11 de septiembre, los EUA respondieron invadiendo Afganistán y luego Irak. En ambos casos, el centro del discurso para justificar dichos actos, fue que después de ellos, tendríamos nuevamente un mundo mas seguro y mas tranquilo. Pero los acontecimientos posteriores, desmienten ese discurso.
En Irak, a pesar de la enorme presencia militar norteamericana y de algunos países Europeos, el terrorismo campea diariamente, arrancando vidas. En Afganistán aunque pareciera bajo control, se conoce esporádicamente de acciones terroristas, se está ante un gobierno débil que no se sabe se sobrevivirá al retirarse las tropas estadounidenses.
Hasta hoy, la receta de combatir el terrorismo con los ejércitos, medidas policiales y de inteligencia, pareciera no dar los resultados esperados. Cada vez estamos frente a un mundo mas inseguro.
Pero como decíamos inicialmente, los terroristas tienen objetivos a conseguir cuando implementan sus acciones. Si logran sus objetivos, ellos lo consideran victoria y los anima a continuar. Por tanto, para comenzar, el terrorismo no solo hay que analizarlo desde la perspectiva de las víctimas que causa, si no desde la lógica que los mueve.
El 11 de septiembre, los terroristas demostraron que EUA no era invulnerable a un ataque en su propio territorio. Lograron generar una sensación de angustia e inseguridad al pueblo norteamericano.
Con el atentado en Madrid, los terroristas cambiaron el resultado electoral en España. La victoria de Aznar se daba por un hecho, y en pocos días, las cosas cambiaron a favor de Zapatero. Luego el nuevo gobierno, retiró las tropas españolas de Irak. Los terroristas lograron importantes objetivos.
viernes, 18 de junio de 2010
domingo, 13 de junio de 2010
Primera célula artificial de la historia.
El científico norteamericano Craig Venter fue el impulsor de la primera secuenciación de un genoma humano. Pero no se ha quedado aquí. Ahora ha dado un primer y espectacular paso en el camino para crear la primera forma de vida artificial.
De momento y por primera vez en la historia, Venter asegura que ha fabricado una "célula sintética", es decir, la primera célula (en este caso de una bacteria) que es controlada por un genoma construido por el hombre en un laboratorio con la ayuda de un super-ordenador.
Este nuevo avance científico derriba otra de las barreras de la naturaleza y acaba de ser publicado por la prestigiosa revista Science. "Me parece un gran logro", asegura a la cadena SER Emilio Muñoz, experto en genética y ex-presidente del CSIC, el mayor organismo de investigación de España.
"Es de una gran complejidad técnica y, por lo tanto, estamos ante una revolución técnica, porque estamos hablando de vida, aunque sea a nivel celular".
Con este nuevo y revolucionario paso, Greig Venter se ha convertido en un nuevo doctor Frankenstein, pero él trata de tranquilizar a la población asegurando que estas primeras "células sintéticas" se podrán utilizar, en el futuro, para atrapar el CO2 de la atmósfera o para comerse las sustancias contaminantes que se vierten ahora al mar o los ríos.
De momento y por primera vez en la historia, Venter asegura que ha fabricado una "célula sintética", es decir, la primera célula (en este caso de una bacteria) que es controlada por un genoma construido por el hombre en un laboratorio con la ayuda de un super-ordenador.
Este nuevo avance científico derriba otra de las barreras de la naturaleza y acaba de ser publicado por la prestigiosa revista Science. "Me parece un gran logro", asegura a la cadena SER Emilio Muñoz, experto en genética y ex-presidente del CSIC, el mayor organismo de investigación de España.
"Es de una gran complejidad técnica y, por lo tanto, estamos ante una revolución técnica, porque estamos hablando de vida, aunque sea a nivel celular".
Con este nuevo y revolucionario paso, Greig Venter se ha convertido en un nuevo doctor Frankenstein, pero él trata de tranquilizar a la población asegurando que estas primeras "células sintéticas" se podrán utilizar, en el futuro, para atrapar el CO2 de la atmósfera o para comerse las sustancias contaminantes que se vierten ahora al mar o los ríos.
La División Azul.
El 22 de Junio de 1941, las fuerzas armadas alemanas atravesaban la frontera soviética e iniciaban la llamada operación Barbarroja. Todas las naciones de Europa comprendieron la trascendencia del hecho; se iniciaba la lucha de Occidente contra el régimen soviético, anticipándose al asalto del Continente por el régimen criminal y opresor comunista. Tanto los países aliados de Alemania (Italia, Hungría, Finlandia, Croacia, Rumanía, Eslovaquia), como voluntarios de los países ocupados por las fuerzas del Eje (Francia, Bélgica, Holanda, Noruega, Dinamarca...) e incluso de naciones neutrales (Suecia, España), quieren participar en la lucha por la libertad de sus Patrias contra Stalin. A esta lucha se unieron pronto aquellas naciones sojuzgadas por la URSS (Letonia, Estonia, Lituania, Ucrania) y liberadas por Alemania y voluntarios de otros pueblos que, prisioneros o huyendo, logran llegar a las líneas germanas (pueblos del Cáucaso y Siberia, Hindúes, musulmanes del Norte de África y Oriente Medio), en una lucha a vida o muerte contra los estados comunistas y capitalistas, en un combate de idealismo y libertad contra el materialismo y la esclavitud.
El 24 de Junio de 1941 la juventud española, sobre todo estudiantil, desde diversos puntos de la capital de España inicia una manifestación espontánea que avanza hasta concentrarse frente a la Secretaría General del Movimiento en la calle de Alcalá, en el centro de la ciudad, para ofrecerse en la lucha contra el Comunismo y pedir la participación de España en la cruzada antibolchevique y la defensa de Europa, para así devolver la visita hecha por los soviéticos en 1936/39.
El Ministro Serrano Suñer les habla:”Camaradas: No es tiempo de discursos. Pero es el momento de que la Falange dicte su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! Culpable de nuestra Guerra Civil. Culpable del asesinato de José Antonio, nuestro fundador. Culpable del asesinato de tantos camaradas y de tantos soldados que cayeron en la guerra provocada por la agresión del comunismo ruso. La destrucción del comunismo es condición necesaria para la supervivencia de una Europa libre y civilizada”.
Inmediatamente se toma la decisión de enviar al frente ruso una división de voluntarios y se abren banderines de enganche en toda España. A esta llamada acuden decenas de miles de voluntarios que pugnan por el privilegio de ocupar una de las 18.000 plazas que tendrá la unidad. Estudiantes y catedráticos, obreros y campesinos, altos cargos del Estado y de la Falange, militares, muchos de los cuales al no tener plaza de oficial se alistan como simples soldados, constituirán la División Española de Voluntarios, llamada División Azul por el color de la camisa de la Falange y cuyos miembros son mayoría en la unidad.
El 24 de Junio de 1941 la juventud española, sobre todo estudiantil, desde diversos puntos de la capital de España inicia una manifestación espontánea que avanza hasta concentrarse frente a la Secretaría General del Movimiento en la calle de Alcalá, en el centro de la ciudad, para ofrecerse en la lucha contra el Comunismo y pedir la participación de España en la cruzada antibolchevique y la defensa de Europa, para así devolver la visita hecha por los soviéticos en 1936/39.
El Ministro Serrano Suñer les habla:”Camaradas: No es tiempo de discursos. Pero es el momento de que la Falange dicte su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! Culpable de nuestra Guerra Civil. Culpable del asesinato de José Antonio, nuestro fundador. Culpable del asesinato de tantos camaradas y de tantos soldados que cayeron en la guerra provocada por la agresión del comunismo ruso. La destrucción del comunismo es condición necesaria para la supervivencia de una Europa libre y civilizada”.
Inmediatamente se toma la decisión de enviar al frente ruso una división de voluntarios y se abren banderines de enganche en toda España. A esta llamada acuden decenas de miles de voluntarios que pugnan por el privilegio de ocupar una de las 18.000 plazas que tendrá la unidad. Estudiantes y catedráticos, obreros y campesinos, altos cargos del Estado y de la Falange, militares, muchos de los cuales al no tener plaza de oficial se alistan como simples soldados, constituirán la División Española de Voluntarios, llamada División Azul por el color de la camisa de la Falange y cuyos miembros son mayoría en la unidad.
Ultimas ejecuciones del franquismo.
Los Últimos fusilamientos del franquismo o Últimas ejecuciones del franquismo acontecieron el 27 de septiembre de 1975 en varias ciudades españolas (Madrid, Barcelona y Burgos). Fueron ejecutados los militantes del FRAP, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz junto a los militantes de ETA Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui. Estas fueron las últimas ejecuciones del régimen franquista, poco antes de la muerte del dictador. Esta muertes levantaron una ola de protestas y condenas contra el gobierno de España dentro y fuera del país, tanto a nivel oficial como popular.
domingo, 6 de junio de 2010
La eutanasia.
La eutanasia, cuyo significado etimológico es “buena muerte” y define el proceso que tiene por objeto ayudar a morir sin dolor a un enfermo en estado terminal e irreversible que así lo solicita, sólo ha sido legalizada en su aplicación más amplia en dos países: Holanda y Bélgica.
Existen tres formas de eutanasia: activa, cuando se provoca la muerte mediante drogas u otros métodos letales; pasiva, consistente en la eliminación de los medios destinados a prolongar la vida; e indirecta, cuando se administran calmantes con la intención principal de aliviar el dolor, aunque ello pueda anticipar la muerte del enfermo.
La eutanasia activa sólo es legal en Holanda y en Bélgica, mientras que otros países autorizan fórmulas como el suicidio asistido, como es el caso de Suiza y el estado de Oregon, o la eutanasia pasiva.
Oregon fue el primer lugar del mundo donde se legalizó la eutanasia, en diciembre de 1994, con una ley que entró en vigor en 1997 y que autorizaba a los médicos a prescribir drogas letales a los pacientes en fase terminal con seis meses de esperanza de vida que lo solicitaran y que se tenían que administrar los propios enfermos.
Dicha ley fue aprobada dos veces en referéndum y ha sido confirmada por la Corte Federal de Apelaciones (2004), y por el Tribunal Supremo de Estados Unidos (2006). Desde que entró en vigor ha sido usada en 200 casos de enfermos terminales.
Pero el primer país del mundo en legalizar la eutanasia activa fue Holanda en 2001, aunque esa práctica llevaba años siendo “tolerada” en ese país.
De hecho, en 1984 el Tribunal Supremo había admitido la posibilidad de no sancionar algunos actos de eutanasia; y en 1993 se había aprobado una ley, que aunque no llegaba a despenalizarla, si contemplaba su aplicación en determinados casos.
En el año 2000 se elaboró una ley que eximía de responsabilidad penal a los médicos que practicasen la eutanasia siempre que un enfermo en fase terminal lo decidiese libremente y estuviese sometido a un sufrimiento insoportable sin expectativas de mejora.
Dicha ley fue aprobada en el Senado el 10 de abril de 2001 y entró en vigor el 1 de abril de 2002.
El ejemplo de Holanda fue seguido por la vecina Bélgica, país que, el 23 de septiembre de 2002 despenalizó la eutanasia para los adultos en ciertos casos y bajo estrictas condiciones.
Existen tres formas de eutanasia: activa, cuando se provoca la muerte mediante drogas u otros métodos letales; pasiva, consistente en la eliminación de los medios destinados a prolongar la vida; e indirecta, cuando se administran calmantes con la intención principal de aliviar el dolor, aunque ello pueda anticipar la muerte del enfermo.
La eutanasia activa sólo es legal en Holanda y en Bélgica, mientras que otros países autorizan fórmulas como el suicidio asistido, como es el caso de Suiza y el estado de Oregon, o la eutanasia pasiva.
Oregon fue el primer lugar del mundo donde se legalizó la eutanasia, en diciembre de 1994, con una ley que entró en vigor en 1997 y que autorizaba a los médicos a prescribir drogas letales a los pacientes en fase terminal con seis meses de esperanza de vida que lo solicitaran y que se tenían que administrar los propios enfermos.
Dicha ley fue aprobada dos veces en referéndum y ha sido confirmada por la Corte Federal de Apelaciones (2004), y por el Tribunal Supremo de Estados Unidos (2006). Desde que entró en vigor ha sido usada en 200 casos de enfermos terminales.
Pero el primer país del mundo en legalizar la eutanasia activa fue Holanda en 2001, aunque esa práctica llevaba años siendo “tolerada” en ese país.
De hecho, en 1984 el Tribunal Supremo había admitido la posibilidad de no sancionar algunos actos de eutanasia; y en 1993 se había aprobado una ley, que aunque no llegaba a despenalizarla, si contemplaba su aplicación en determinados casos.
En el año 2000 se elaboró una ley que eximía de responsabilidad penal a los médicos que practicasen la eutanasia siempre que un enfermo en fase terminal lo decidiese libremente y estuviese sometido a un sufrimiento insoportable sin expectativas de mejora.
Dicha ley fue aprobada en el Senado el 10 de abril de 2001 y entró en vigor el 1 de abril de 2002.
El ejemplo de Holanda fue seguido por la vecina Bélgica, país que, el 23 de septiembre de 2002 despenalizó la eutanasia para los adultos en ciertos casos y bajo estrictas condiciones.
Francia usó a militares para estudiar los efectos de una explosión atómica
Soldados franceses fueron usados en los años sesenta para experimentar los efectos de una explosión nuclear en el Sahara de Argelia.
Pruebas nucleares francesas en el Sahara en enero de 1963.
Que los ensayos nucleares que Francia realizó durante algo más de tres décadas tuvieron daños colaterales y dejaron secuelas humanas es una realidad que las autoridades han tardado años en asumir.
Sin embargo, la posibilidad de que Ejército galo actuara deliberadamente exponiendo a sus soldados a los efectos radiactivos, a modo de cobayas, con fines experimentales es un hecho que, ahora, se antoja de más difícil digestión. Es en todo caso, lo que se desprende de un informe confidencial que ayer publicó el diario galo «Le Parisien» y que revela las arriesgadas prácticas a las que fueron sometidos centenares de militares durante las pruebas atómicas desarrolladas en el Sahara argelino, entonces colonia francesa, entre 1960 y 1966.
El informe en cuestión, redactado por cargos militares en 1998, es decir, dos años después de que Francia abandonara este tipo de ensayos, detalla lo sucedido durante una prueba nuclear estratosférica en abril de 1961, cuando apenas acababa de integrar el club de las potencias atómicas.
El objetivo: «estudiar los efectos fisiológicos y psicológicos producidos en el hombre por el arma atómica con vistas a obtener los elementos necesarios para la preparación física y la formación moral del combatiente moderno» precisa el documento. Es decir, las posibilidades de «reocupación de la zona tras una explosión nuclear», así como la capacidad de ataque y uso de armamento.
Un destacamento de trescientos hombres sirvieron de «ratones de laboratorio». En concreto, una patrulla que, sin apenas protección, llegó a aproximarse a 275 metros del «punto cero» en el que explotó la bomba.
La maniobra evidenció que el uso de máscaras de gas podía ralentizar el avance de las tropas en una eventual situación de guerra, por lo que según el informe, «su reemplazo por máscaras antipolvo ha sido solicitado» para los simples soldados ya que el comandante «no debe entrar en zona contaminada».
«Gran aventura científica»
Sorprende que lo que este documento militar confidencial califica de «gran aventura científica» haya pasado inadvertido a las altas jerarquías.
El ministro francés de Defensa, Hervé Morin, aseguraba ayer en ese mismo diario ignorar su existencia si bien recordó que su departamento hizo aprobar el pasado año, por vía legislativa, un fondo específico de diez millones de euros para indemnizar a los damnificados de los ensayos nucleares galos.
Pruebas en las que participaron en torno a 150.000 civiles y militares, de los que muchos desarrollaron cánceres entre otras enfermedades sin que el Gobierno francés aceptara durante mucho tiempo su responsabilidad.
Pruebas nucleares francesas en el Sahara en enero de 1963.
Que los ensayos nucleares que Francia realizó durante algo más de tres décadas tuvieron daños colaterales y dejaron secuelas humanas es una realidad que las autoridades han tardado años en asumir.
Sin embargo, la posibilidad de que Ejército galo actuara deliberadamente exponiendo a sus soldados a los efectos radiactivos, a modo de cobayas, con fines experimentales es un hecho que, ahora, se antoja de más difícil digestión. Es en todo caso, lo que se desprende de un informe confidencial que ayer publicó el diario galo «Le Parisien» y que revela las arriesgadas prácticas a las que fueron sometidos centenares de militares durante las pruebas atómicas desarrolladas en el Sahara argelino, entonces colonia francesa, entre 1960 y 1966.
El informe en cuestión, redactado por cargos militares en 1998, es decir, dos años después de que Francia abandonara este tipo de ensayos, detalla lo sucedido durante una prueba nuclear estratosférica en abril de 1961, cuando apenas acababa de integrar el club de las potencias atómicas.
El objetivo: «estudiar los efectos fisiológicos y psicológicos producidos en el hombre por el arma atómica con vistas a obtener los elementos necesarios para la preparación física y la formación moral del combatiente moderno» precisa el documento. Es decir, las posibilidades de «reocupación de la zona tras una explosión nuclear», así como la capacidad de ataque y uso de armamento.
Un destacamento de trescientos hombres sirvieron de «ratones de laboratorio». En concreto, una patrulla que, sin apenas protección, llegó a aproximarse a 275 metros del «punto cero» en el que explotó la bomba.
La maniobra evidenció que el uso de máscaras de gas podía ralentizar el avance de las tropas en una eventual situación de guerra, por lo que según el informe, «su reemplazo por máscaras antipolvo ha sido solicitado» para los simples soldados ya que el comandante «no debe entrar en zona contaminada».
«Gran aventura científica»
Sorprende que lo que este documento militar confidencial califica de «gran aventura científica» haya pasado inadvertido a las altas jerarquías.
El ministro francés de Defensa, Hervé Morin, aseguraba ayer en ese mismo diario ignorar su existencia si bien recordó que su departamento hizo aprobar el pasado año, por vía legislativa, un fondo específico de diez millones de euros para indemnizar a los damnificados de los ensayos nucleares galos.
Pruebas en las que participaron en torno a 150.000 civiles y militares, de los que muchos desarrollaron cánceres entre otras enfermedades sin que el Gobierno francés aceptara durante mucho tiempo su responsabilidad.
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